El libro fue presentado el martes 27 de agosto de 2013 en
presencia de Marisol Vera, directora de Editorial Cuarto Propio y por: Juan
Pablo Cárdenas, Director de Radio Universidad de Chile; Patrice Vermeren
director del Departamento de Filosofía, Universidad Paris VIII y Carla Peñaloza,
académica de la Facultad
de Filosofía de la
Universidad de Chile.
Se reproduce texto de presentación
Lanzamiento, Sala Master, Radio Universidad de Chile.
Lo que no desaparece
Unas
palabras de síntesis para que puedan tener una idea de lo que encontrarán en el
libro. A lo largo de los años 1990 y por lo menos hasta principios de los años 2000,
hubo una serie de propuestas y proyectos de ley que tuvieron relación con
detenidos-desaparecidos. En muchos casos, esas iniciativas apuntaron a ofrecer
a los familiares una parte de la verdad –una hipotética y siempre postergada
ubicación de los cuerpos– a cambio de una renuncia a la justicia. Teniendo en
cuenta esta realidad, la pregunta fue: ¿cómo se pasa de una política del hacer
desaparecer a una política del hacer aparecer? En otros términos, ¿en qué
historia política se inserta la práctica de la desaparición forzada? De eso se
trataba. De poder recorrer
un tiempo largo para ver también cómo, a través de la formación de la
agrupación de detenidos-desaparecidos, se
fue generando una causa, una causa que unió a muchas personas y que fue un
elemento clave en la lucha contra la dictadura y cómo después, en los años 1990,
hubo una suerte de usurpación del tema por parte de algunos profesionales de la
política.
Ahora
yo quisiera comentarles unas pocas cosas que tienen que ver con la investigación. Ayer a la mañana el periodista Patricio López me hizo una pregunta que
no estoy segura de haber respondido bien. Tenía que ver con una particularidad
del libro. Por un lado Patricio se refería al tiempo en que este trabajo fue
escrito. Por otro evocaba esta cuestión que implica traer a Chile un trabajo
que fue pensado y no sólo escrito en francés. Respecto a esto y como
complemento a lo que discutimos quisiera recalcar tres cosas.
La
primera es que, como chilena educada en Francia, yo pienso en francés pero
siento en castellano. Y esto es así siempre, en cualquier lugar donde me toque
vivir.
La
segunda es que este libro no nació como proyecto de libro. En un inicio no se
trataba de escribir sino fundamentalmente de aprender. No de enseñar. De
aprender. Me tocaba aprender. Entre otras cosas, a investigar, en el marco de
una carrera de ciencias sociales realizada en Francia. Yo elegí que esa
investigación tuviera que ver con Chile. Y lo elegí con la secreta esperanza de
que ese trabajo me devolviera algo de lo que había perdido. Algo profundo que
no tiene que ver con la tierra que se pisa pero sí con la tierra que se lleva
adentro y con la historia que es historia de todos y de uno. En ese sentido
esta investigación fue, a mis ojos, lo más parecido a un servicio de
inmigraciones.
Tercer
punto. Más allá de las adaptaciones que hice para que esta investigación
pensada en francés, para un lector francés, pudiera ser entregada a un lector
chileno, más allá también de las actualizaciones, respecto a este tema de lo
que implica llevar un relato de un país a otro, me nace la siguiente reflexión.
Un
libro, en general, es algo que puede abrirse o cerrarse. Uno puede guardarlo.
Elegir el lugar en donde lo pone en una biblioteca. Volver a sacarlo. Pero un
libro con estas características, para quien lo escribe, no es algo que uno pueda
sacarse de encima y dejar a un costado de la mesa. Este tipo de libros va con
uno porque es imposible desprenderse de lo que uno aprendió haciendo la
investigación. De lo que aprendió con la gente. Creo que es una de las cosas
más rescatables de las ciencias sociales. Entre todas las herramientas que
puede brindar la sociología, hay una que tiene mi preferencia y es la
entrevista.
La
situación de entrevista, en ciertas ocasiones, permite algo increíble. La
posibilidad absolutamente concreta de ir a golpear una puerta, esperar que se
abra y decirle a la persona que está del otro lado: buenos días, le pido por
favor que me deje aprender con usted. No solamente algo sobre usted. Sino con
usted. Esta dimensión colectiva del aprendizaje, pero también esta manera de
concebir el aprendizaje como un intercambio frontal no solamente se da con los
entrevistados sino también con algunos profesores que acompañan el trabajo que
uno hace cuando esto ocurre en un marco académico.
Respecto
a esto quiero agradecer. Agradecer a los distintos profesores franceses que
acompañaron este trabajo en la persona del profesor Patrice Vermeren. Agradecer
a los distintos profesores chilenos, que también acompañaron, en la persona de
la profesora Patricia Bonzi. Agradecer a todas y cada una de las personas
entrevistadas. Entre ellas, con cariño y respeto: Viviana Díaz, Mireya García,
Sola Sierra, Carmen Vivanco, Olivia Saso, Marta Concha, Erika Hennings. Agradecer
a Marisol Vera, a todos sus colaboradores, entre ellos a Paloma Bravo, porque
le dieron cabida a este proyecto de repatriar el libro que finalmente nació de
esta investigación. Agradecer a Juan Pablo Cárdenas porque fue el primer lector
y porque hizo posible que nos encontremos aquí hoy. Agradecer a Carla Peñaloza
porque aceptó participar en este encuentro.
Para
concluir dos cosas breves. Es habitual en los lanzamientos de libros que el autor
firme ejemplares. Preferiría no hacerlo. Espero que se entienda el porqué.
Tiene que ver con el pudor que me genera el tema de la investigación. Lo que yo
propongo es que si después de haber leído el libro, algún lector quiere contactarse
para comunicarme lo que sea, incluyendo críticas, dudas, reflexiones, que lo
haga, yo le responderé. Ese intercambio personal que podemos llegar a tener en
torno al libro me parece más acorde a los temas tratados que una firma o
dedicatoria.
Y
por último les quiero leer un texto. Apenas unas líneas, las escribió el
escritor y periodista argentino Rodolfo Walsh en su “Carta abierta de un
escritor a la Junta Militar”. El texto tiene fecha del 24 de marzo de 1977,
Rodolfo Walsh fue detenido al otro día y está hoy desaparecido. En este
documento, al final, dice así:
“Si
una propaganda abrumadora, reflejo deforme de hechos malvados, no pretendiera
que esa Junta procura la paz, que el general Videla defiende los derechos
humanos o que el almirante Massera ama la vida, aún cabría pedir a los señores
Comandantes en Jefe de las 3 Armas que meditaran sobre el abismo al que
conducen al país tras la ilusión de ganar una guerra que, aun si mataran al
último guerrillero no haría más que empezar bajo nuevas formas, porque las
causas que hace más de veinte años mueven la resistencia del pueblo argentino
no estarán desaparecidas sino agravadas por el recuerdo del estrago causado y
la revelación de las atrocidades cometidas.”
Eso
es precisamente lo que aprendí haciendo este trabajo. Que el conflicto sigue
intacto. Que las causas –en el sentido que le da Walsh a esta palabra– siguen
vigentes. Que lo que motivó el compromiso, la militancia, la participación en
los asuntos políticos de miles y miles de ciudadanos chilenos sigue siendo
nuestra actualidad. A uno le gustaría poder decir que la extrema injusticia, la
extrema pobreza, la extrema explotación, la extrema ignorancia, ya no existen.
Pero no es así. Mientras existan, el ánimo de contradecir, el ánimo de buscar
alternativas, el ánimo de luchar contra estas situaciones, es la parte del
pasado que sin duda debe seguir viviendo. Y eso es lo que no desaparece. Lo que
bajo ninguna circunstancia se puede hacer desaparecer. Esa es la parte de los
viejos combatientes, vivos y muertos, que se queda con nosotros. En todo caso,
como diría una amiga, eso es lo que siento y pienso. Gracias.
AGC